martes, 10 de marzo de 2015

Los murciélagos del 24 (2010)

Los murciélagos se alzaban en su vuelo errante (pero deliberado), como por millones de años lo habían hecho, buscando insectos desprevenidos; ignominiosamente ignorantes de los asuntos humanos, como una suerte de Dios alado y retrasado.
Y quizás los humanos allí debajo no eran mucho más conscientes que ellos de sus propios actos. Muchos de ellos, quizás la mayoría, simplemente se dedicaban a arrastrarse y parlotear sílabas, mientras aspiraban aire nocturno mezclado con humos de todo tipo.
Pero eran muchos los humanos. Docenas; cientos, inclusive. Reunidos allí: juntados allí, por un asunto terrible, profundamente trágico. Y es que ya de por sí es corta, y triste (al menos en su fin último) la existencia de este tal género bípedo, como para que entre ellos mismos la tornen aún más breve, y aún más desgraciada...
Estos humanos, ya se dijo, tenían este motivo trágico para estar reunidos en la noche (aparentemente) apacible. Y el origen de esta razón para el congregarse, estaba a 34 años atrás en el tiempo. Ese día, un grupo de homúnculos había considerado necesario derrocar a un gobierno (injusto, impopular, y ciego, pero legítimo). Y para colmo de males, a lo Bismarck, a sangre y fuego, se mantuvieron 6 años más en el poder. 6 años largos, días donde no les quedó, probablemente, fechoría aberrante alguna por cometer.
Y ahora estaban ahí los jóvenes y no tan jóvenes, junto como Natura (felizmente) los condena, rememorando el horrendo suceso. Y sí, es probable, quizás no todos comprendieran su magnitud; y ahí la razón de ciertos rostros despreocupados, rostros ciegos como el de los murciélagos.

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